En
Poligolandia (del griego Polis, ciudad y golandia, una de las
permutaciones de la palabra diagonal) había dos clases sociales
diferenciadas: los polígonos convexos y los cóncavos. Pues bien, sin entrar en
muchos detalles, sería conveniente explicar que los convexos regulares eran los
que ocupaban las posiciones más privilegiadas en el ámbito intelectual; eran
filósofos, científicos, lingüistas, investigadores, mientras que los
cóncavos irregulares se encontraban en el escalafón inferior por su forma
generalmente deforme, y en los ángulos exteriores agudos que presentaban,
acumulaban suciedad y polvo en verano y agua en invierno; en definitiva
eran los parias, y los demás huían de ellos por los vértices
extremadamente peligrosos que presentaban, una especie de armas que no poseían
los convexos, lo cual los hacía propicios para la defensa del país y en
consecuencia los que poseían más lados eran elegidos para formar parte de un
ejército invencible cuyos oficiales eran los regulares estrellados.
Otra
característica que los diferenciaba era que los cóncavos tenían al menos una
diagonal que salía fuera de su cuerpo, mientras los convexos las mantenían
todas en su interior. No resultaba agradable ver una diagonal saliendo del
recinto perimetral como una desagradable excrecencia